Dad vs Dad

CAPITULO CERO

Capítulo I – El Reinado del Alfa
Durante años, Hugo fue sinónimo de dominio absoluto.
Alto, fornido, de músculos esculpidos como mármol, mirada feroz y barba perfectamente marcada, era el amo del cuadrilátero. No había luchador que osara desafiarlo sin terminar en el suelo, humillado, con la respiración entrecortada y la mirada perdida.
Su sola presencia imponía respeto.
Cuando subía al ring, la multitud se volvía un murmullo. Era como ver a un depredador entrar en su territorio. Y apenas el gong marcaba el inicio, no peleaba: cazaba. Su estilo era brutal, pero preciso. Cada golpe era certero. Cada llave, final.
Sus rivales aprendían rápido lo que significaba enfrentarlo:
No había compasión. No había escapatoria.
Lo llamaban “El Titán”, “El Dominante”, “El Último Hombre en Pie”.
Y él lo sabía. Caminaba como un rey, hablaba como un dios del combate. Sabía que en ese mundo él era la cúspide, el tope de la cadena alimenticia.
El resto eran carne de cañón.
Y así se comportaba. Arrogante. Soberbio. Imponente.
Hasta que un día, en plena cima de su reinado, apareció una sombra del pasado.
Capítulo II – El Desafío
Fue en un evento especial, un torneo donde Hugo, como figura estelar, debía enfrentar a tres retadores en una misma noche. Ya había vencido a los dos primeros. Aplastado al primero. Quebrado al segundo. Ambos abandonaron el ring sin dignidad.
El público rugía, esperando al tercero.
La música cambió. El ambiente se tensó.
Y entonces, desde el túnel, emergió una figura inesperada.
JM.
La sorpresa fue general. Nadie lo había anunciado. Nadie lo esperaba.
Pero ahí estaba. Más grande. Más maduro. Más oscuro.

Un rival del pasado. Un viejo conocido. Uno que en otra época había tenido roces con Hugo, pero que nunca había logrado vencerlo. Un hombre que había desaparecido del circuito durante años… y ahora regresaba, sin aviso, sin sonrisa.
Solo con una mirada fija, desafiante.
El público enmudeció.
Hugo frunció el ceño.
—¿Vos? —dijo con desdén, desde el ring—. ¿Todavía existís?
JM no respondió. Subió despacio, sin apartar la mirada.
—¿Esto es una broma? —siguió Hugo, caminando con seguridad—. ¿Vos venís a enfrentarme? ¿Después de todos estos años? Te vas a arrepentir.
Pero algo, en el fondo de su pecho, le hizo un nudo.
JM no tenía miedo.
Y más que eso… tenía una seguridad inquietante.
—Vine a reclamar lo que me corresponde —dijo JM con calma—. Tu lugar.
Hubo un silencio. Y luego risas.
Hugo levantó los brazos al público como si la situación fuera una burla.
—¿Mi lugar? Vos no sos nadie. Esto no va a durar ni cinco minutos.
Y entonces el gong sonó.
Y comenzó el principio del fin....

Qué hermosa historia de humillación! Hugo totalmente dominado y JM disfrutando su supremacía. Quiero leer la revancha ya!

Hugo soportando la derrota....

Hugo, con la mirada perdida y los párpados pesados, se tambaleó antes de desplomarse sobre sus rodillas. Su respiración era pesada, su cuerpo apenas respondía. JM, de pie frente a él, sonrió con satisfacción. Había planeado este momento con precisión quirúrgica, asegurándose de que Hugo estuviera completamente vencido, tanto física como mentalmente.
—Mírate —se burló JM, inclinándose para levantarle la barbilla con dos dedos—. El gran Hugo, reducido a esto. Un pobre desgraciado que no puede ni sostenerse en pie.
Hugo intentó decir algo, pero su lengua se sentía torpe y su mente nublada.
—Jm... —murmuró, su voz apenas un susurro.
JM rió, disfrutando de la impotencia reflejada en los ojos del derrotado.
—No hace falta que hables, ya sé lo que quieres decir —continuó JM con tono condescendiente—. "Por favor, JM, dame otra oportunidad". ¿Eso ibas a decir? —Negó con la cabeza y chasqueó la lengua—. Qué patético.
—No... —Hugo intentó negar, pero su voz se apagó.
Le dio una palmada en la mejilla, suave al principio, luego con más fuerza, lo suficiente para que la cabeza de Hugo se moviera a un lado. Luego, deslizó una mano por su cabello y lo agarró con fuerza, obligándolo a levantar la mirada.
—Ahora dime, Hugo, ¿quién manda aquí? —preguntó JM con voz firme, su aliento rozando el rostro del otro hombre.
Hugo intentó resistirse, pero sus fuerzas no le respondían. Se humedeció los labios y apenas pudo balbucear.
—Jm... basta... —logró decir con dificultad.
JM frunció el ceño y lo sacudió bruscamente por el cabello.
—¡Dilo bien! —exigió JM, inclinándose aún más—. Quiero escucharlo claro.
Hugo tragó saliva, sintiendo el ardor en su garganta.
—Tú... tú mandas —susurró finalmente, la vergüenza ardiendo en su pecho.
JM sonrió con malicia y lo soltó de golpe, haciendo que Hugo cayera sobre sus manos. Le dio una patada en el costado, no lo suficientemente fuerte para lastimarlo seriamente, pero sí para recordarle su lugar.
—Eso es lo que quería escuchar. Ahora quédate ahí, en el suelo, donde perteneces —ordenó JM antes de girarse, saboreando su triunfo.
Hugo respiró con dificultad y apretó los dientes, su cuerpo temblaba.
—Esto... esto no ha terminado —murmuró con la poca dignidad que le quedaba.
JM se detuvo, girando la cabeza con diversión.
—¿Qué dijiste? —preguntó con una sonrisa burlona.
Hugo levantó la vista, sus ojos llenos de rabia y humillación.
—No... no voy a quedarme así... —su voz era débil, pero cargada de resentimiento.
JM se inclinó hacia él una vez más, apoyando una mano en su nuca y apretando con fuerza.
—Ah, Hugo, Hugo... —susurró con burla—. Eres un juguete roto, ni siquiera puedes amenazarme bien. Quédate en tu sitio, porque la próxima vez no seré tan amable.
Detrás de él, Hugo cerró los ojos, odiándose a sí mismo por lo bajo que había caído, pero aferrándose a un rastro de furia que aún ardía en su interior.
Continuara....

Ma gustaría saber como empieza la historia